El origen del problema: la agenda escolar
“Tengo una agenda, pero nunca logro cumplir con lo que hay en ella.”
Una frase que escucho más veces de las que puedo contar. Y sí, tiene un origen claro: la agenda escolar.
Porque nuestro primer contacto con los horarios y la planificación fue en el cole, donde los días estaban organizados al milímetro. Sin interrupciones. Sin fisuras. Sin opción. Así que no es raro que, al llegar al mundo laboral, todo saltara por los aires.
Hoy vengo a hablarte de los estragos que causa esa agenda escolar que todos llevamos grabada, para que puedas cambiar el chip y crear un horario que funcione en la vida real.
Veremos cómo se gestiona el tiempo en la escuela, cómo cambia cuando empezamos a trabajar y, sobre todo, qué puedes hacer para recuperar el control cuando emprendes.
Y aunque creas que no tienes trauma con tu agenda escolar… igual descubres que algunas expectativas irreales sobre la productividad te están saboteando más de lo que piensas.
Mi origen y mi camino
Yo crecí en un entorno donde las rutinas eran fundamentales. Y como además quería hacer todas las extraescolares posibles, acabé desarrollando una habilidad casi mágica para organizarme.
Gracias a eso he podido disfrutar de experiencias muy distintas —estudiar, trabajar, salir— sin renunciar a nada. Pero no fue casualidad: fue el resultado de parar, observar, y preguntarme qué quería hacer de verdad en cada momento.
Si tú no tuviste una infancia tan estructurada, ¡enhorabuena! Porque ahora puedes aprender, con menos drama, los trucos que a mí me tocó ir descubriendo con ensayo, error y alguna que otra sobredosis de agenda.
Así podrás fluir con tranquilidad de una actividad a otra… sabiendo que el tiempo está de tu lado.
La gestión del tiempo en etapa escolar
La agenda escolar está construida sobre tres grandes MENTIRAS. Sí, con mayúsculas:
Es estática: Si en septiembre tenías lengua los lunes a las 9, en junio seguía igual.
Es rápida de hacer: Alguien dictaba el horario y no tardabas más que 5 minutos en copiarlo.
Es impositiva: Daba igual si tenías energía o interés, había que estar.
¿Empiezas a ver cómo de distinta es una agenda escolar de la de la vida real? Y aun así, después de 10 años "viviendo en Matrix" nos han quedado esas tres grandes mentiras grabadas, que nos impiden diseñar una agenda que sea realista.
Si te sientas a planificar tu semana y te encuentras buscando una fórmula estática, rápida y obligatoria, ahora ya sabes que tienes al fantasma de la agenda escolar flotando en la habitación.
La gestión del tiempo en etapa laboral
Puede que tu entrada al mundo del trabajo de oficina se pareciera en algo a la mía: descubriste lo que era "bajar al café", el concepto de "reunión semanal" y encontrar a la persona que "se le cae el boli".
Las pocas rutinas que sobrevivieron fueron el horario de entrada y salida, alguna comida a la misma hora, y poco más. El resto, un caos: toneladas de trabajo que había que sacar cuando sea y como sea.
Pasamos de vivir en un modelo en el que teníamos clarísimo qué hacer a cada hora del día, a un modelo en el que había un volumen de trabajo que había que sacar. Sin más.
La gestión del tiempo cuando emprendes
Y si en la oficina aún quedaban algunos límites, cuando emprendes… desaparecen del todo.
De pronto “eres dueña de tu tiempo”. Y mágicamente, todo el mundo lo interpreta como “tienes tiempo para todo”: cuidar la casa, quedar con amigas, atender mil frentes a la vez.
Y esa libertad, en lugar de ayudarte, se vuelve en tu contra. Porque te encuentras invirtiendo tiempo en todo, menos en lo importante. Sin estructura. Sin apoyo. Sin red.
Entonces, nostálgica, recuerdas aquella agenda escolar. Necesitamos ese orden y autoridad de una estructura que sujete todo lo que tenemos que hacer en un día. Pero sorpresa: ahora no funciona.
Recuperar la autoridad sobre tu tiempo
Después de años de andar como pollo sin cabeza… ¿dónde está la profe que te diga qué toca ahora?
Pues no está. Porque ahora es cuando recuperas tu autoridad sobre tu tiempo. Tú serás la profesora que verá qué asignaturas (proyectos y tareas) merecen un lugar en tu semana. Tú pones el horario. Tú eliges cuándo trabajar, cuándo parar y cuándo cogerte el día libre.
Ah, se me olvidaba. Y no serás la profe gruñona e impositiva: serás la profe particular enrollada que te propone un ratito de tu asignatura favorita antes de preparar ese examen duro. No serás la jefa déspota: serás la que te da fiesta cuando lo necesitas y que te llama para preguntarte porqué estás terminando tarde tantas noches.
Incorpora esas dos personalidades a tu equipo cuando te sientas sola y estés intentando darle sentido a un horario semanal que cambia constantemente, pero que quieres que sea tu punto de apoyo.
¿Y ahora qué?
Espero que este texto te haya ayudado a mirar atrás, a entender de dónde vienen tus hábitos de planificación y a reconectar con tu poder de decisión.
Anímate a coger la versión actual de tu agenda escolar y mirarla con compasión y sin rigidez. No tengas miedo a modificarla sin imposiciones, verás como poco a poco aparece una versión más amable y flexible de tu día a día real.
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