Sin presupuesto, pero con compañeras de viaje: cómo delegar sin un duro
El intercambio de servicios es una costumbre milenaria. No, no lo inventamos nosotras, pero oye, nos viene estupendamente. Porque abrirse a la comunidad y encontrar el equilibrio entre "tú necesitas lo que yo hago, y yo necesito lo que tú haces" es una de las formas más inteligentes (y amables con tu cartera) de hacer crecer un negocio.
Yo, por ejemplo, he conseguido todos los textos de mi web sin soltar un euro. Pero claro, no gratis, que tampoco es cuestión de explotar talentos ajenos.
Hoy te cuento tres historias personales de intercambio de servicios que han sido un éxito rotundo.
Spoiler: si alguna vez has pensado "puf, necesito esto, pero no me da el bolsillo", este post es para ti.
Gloria, diosa de las palabras
Primero, te presento a Gloria Marsé. Periodista, redactora creativa y domadora de frases rebeldes. La conocí en uno de esos momentos de crisis existencial en los que miras tu web y piensas: "Madre mía, esto no refleja lo que hago ni en sueños".
Y claro, Gloria, que también es humana y tenía su propio caos de gestión, me dijo: "Pues chica, yo necesito un poco de Olga Niza en mi vida". Y entonces, como quien no quiere la cosa, surgió el intercambio perfecto.
Ella me escribió los textos de mi web, y yo le ayudé a poner orden en su negocio, porque iba como pollo sin cabeza de proyecto en proyecto.
Durante seis meses, entre sesiones de organización, calendarios y planes de acción, le dimos forma a su estructura de trabajo, mientras su magia convertía mis ideas en palabras con gancho.
Resultado: una web preciosa y una Gloria más tranquila. Un win-win en toda regla.
Lola, creatividad en estado puro
Nos conocimos en un coliving del Pirineo (¿podemos hablar un momento de lo fantástico que es este concepto? Gente maja, espacios compartidos, productividad a tope amable... Pero bueno, eso da para otro post).
Sentadas una al lado de la otra en el espacio de coworking, vimos que teníamos maneras complementarias para ayudar a desarrollar un negocio: ella te impulsa a tomar acción, yo hago que pauses para reflexionar.
Y desde hace más de dos años que replicamos esta dinámica. Y te preguntarás: "Pero ¿qué hacéis cuando os juntáis?" Pues básicamente, terapia de negocio. Nos sentamos una al lado de la otra en el coworking: yo le cuento mis movidas, ella me cuenta las suyas, y de tanto compartir, terminamos arreglándonos la vida empresarial mútuamente.
Lola me ayudó a sacar mi web adelante, a parir el Eneamari, ¡a accionar!, y yo le ayudé a dejar de empezar cada nuevo lanzamiento desde cero. Porque a ver, ¿cómo es eso de reinventar la rueda con cada proyecto? No, Mari, no. Juntas diseñamos un sistema de "recetas" para estandarizar sus procesos y que cada lanzamiento no fuera un parto. Y aquí seguimos, compartiendo ideas y afinando estrategias.
Gabby, enseñando a enseñar
Con Gabby tenemos un intercambio semanal, y en este caso hemos instaurado la regla de "una semana tú, una semana yo".
Ella es coach y profesora de inglés especializada en neuro aprendizaje, y tiene más experiencia que ChatGPT en responder preguntas complicadas.
Lo que hace conmigo es magia: me ayuda a explicar mejor mis ideas, a estructurar mis talleres y a ser una mejor formadora. O sea, me ha enseñado a enseñar, que parece un trabalenguas, pero es una necesidad real.
¿Y yo qué he hecho por ella? Pues prácticamente le he ayudado montado el negocio desde el día que decidió emprender. Desde cómo controlar las facturas en un excel sencillísimo hasta cómo estructurar sus servicios, pasando por cómo crear unas políticas de cancelación que sean un win-win.
Vamos, lo básico para que no te coja la tormenta sin paraguas.
Delegar sin dinero: la clave está en el intercambio inteligente
Delegar sin dinero no es aprovecharse de nadie, ni es “regalar” tus servicios: es encontrar oportunidades de colaboración justa.
Se trata de mirar a tu alrededor y preguntarte: "¿Hay alguien en mi comunidad de emprendedoras que podría beneficiarse de lo que yo ofrezco?" Porque, seamos sinceras, hay muchas tareas que necesitas delegar, pero no siempre tienes el presupuesto para hacerlo. Y aquí es donde el intercambio empresarial se vuelve oro puro.
Eso sí, un consejo de amiga: poned siempre en claro el valor de cada servicio. No caigas en la trampa de "yo te hago esto y tú ya me debes algo". No, no. Se establece el precio de cada parte, se acuerdan los términos y todo queda bien clarito desde el principio. Así, ambas partes se sienten valoradas y nadie se queda con cara de “me deben y no me pagan”.
Además, a nivel de delegar, este sistema tiene una ventaja enorme: es un riesgo menor que cuando contratas a alguien sin saber cómo va a salir la cosa. Para mí, los intercambios han sido un primer paso muy poderoso para entender cómo interactúa mi negocio con otras personas. Y una vez que te acostumbras a trabajar junto a alguien, el siguiente paso natural es contratar freelance y, quién sabe, quizás en el futuro ampliar el equipo con personal fijo.
En fin, que, si pensabas que sin dinero no podías avanzar, aquí tienes la prueba de que sí. Así que abre los ojos, explora tu comunidad y atrévete a intercambiar. Porque si algo me ha enseñado todo esto, es que las redes de apoyo entre emprendedoras son mucho más valiosas de lo que imaginamos. Y que delegar no siempre significa gastar. ¡A veces, solo significa compartir!
¡Manos a la obra!
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